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La
famosa "Cueva de las Manos" en los aleros del
cañadón del Río Pinturas, al norte de Santa Cruz. Un
fantástico lugar donde los nativos dejaron su impronta hace
9 a 11.000 años.
Cientos de manos y dibujos de animales pintados en la roca fascinan al visitante. |
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Es
Parque Nacional desde 1937, lleva el nombre de ese gran hombre que
fue Francisco Pascasio Moreno (el Perito Moreno) pero cuando uno
lo menciona muchos se confunden: acá no es-tá el famoso glaciar,
ese está en el Parque Los Glaciares, 600 km. más al sur.
El
Parque Nacional Perito Moreno está al norte de la Provincia de
Santa Cruz, en la zona cordillerana. Su pueblo más cercano es
Gobernador Gregores que está a nada menos que 240 km.
Preserva
el ecosistema de la estepa (que es el que predomina en la
Patagonia), para encontrar sus bosques hay que caminar mucho hacia
el oeste.
Es
visitado tan sólo por 800 personas al año... casi nadie (por
ejemplo a Los Glaciares lo visitan unos 70.000).
Nosotros
al Parque
Cuando,
en enero de 2001, surgió la posibilidad de ir al Cerro San
Lorenzo con mis amigos Javier Bosch y Gonzalo Pérez, enseguida me
emocionó la posibilidad de conocer este parque que se me
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Caminando
"contra el viento" por la costa del Lago
Burmeister, el único de los 8 de este Parque que desagüa
al Atlántico. |
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había
metido en la cabeza hacía 4 años. En particular me habían
fascinado los relatos de dos expediciones (en 1954 y 1956) que
navegaron algunos de sus lagos y ascendieron sus principales
cerros (que rondan los 2.000 mts.).
Así
fue que al regresar del intento al San Lorenzo (ver edición 102,
febrero 2002) con Gonzalo nos trasladamos desde el pueblo Perito
Moreno (de unos 2000 habitantes) hasta el Parque.
Este
recorrido de 300 km. lo hicimos con el excelente servicio de
transporte de Carlos A. Matus y la conducción y alegría de
"el negro", su chofer.
Cueva
de las manos
En
el viaje nos desviamos, antes del pueblo Bajo Caracoles (150
habitantes), y fuimos a la célebre "Cueva de las
manos".
Nos
fascinamos recorriendo los aleros del río Pinturas y comprendimos
su trascendencia gracias a las explicaciones del guía.
Luego
retomamos la mítica Ruta 40 hacia nuestro destino.
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Esta
lenga crece así por el viento. ¿Se imaginan su fuerza? |
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Al
llegar al desvío de esta a Gregores se la debe abandonar tomando
dirección oeste y allí hay que hacer 80 km. más para llegar a
la casa de los guardapar-ques... definitivamente este lugar esta
"lejos de todo".
Mal
recibimiento
Uno
que ha recorrido muchos parques esta acostumbrado a la buena onda
y cordialidad de los guardapar-ques y fue una verdadera
desilusión encontrar en un lugar tan alejado la excepción a esa
regla.
Nos
recibió (y parecía que nos quería echar) una rubia llamada
Mariana con una mala onda terrible.
Pensamos
que eso sería todo pero al día siguiente conocimos a su esposo
(un brigadista) que demostró que se podía ser "más
amargo" que ella. Ese tipo (lamentablemente no recuerdo el
nombre) se creía el dueño del lugar y parecía que le molestaba
que fuéramos unos días a caminar la zona. Como expliqué a ese
parque no va casi nadie y mucho menos para caminar, nosotros lo
haríamos por 10 días. Allí el 99% de la gente va en vehículo.
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Gonzalo
comiendo galletitas con salamín "y viento" en la
zona de las casas de los guardaparques. |
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Lago
Burmeister
Este
parque tiene 8 lagos de los cuales sólo 1 vierte sus aguas al
Atlántico, el resto lo hace al Pacífico. Ese único lago es el
Burmeister a cuya orilla nos dirigimos caminando los 16 km. que
nos separaban desde lo de los "amargos" guardaparques.
Una vez llegados acampamos y durante dos días disfrutamos de su
vista, recorrimos sus alrededores, lo costeamos y no dejamos de
sufrir "su viento".
Luego
de conocer un estupendo lugar regresamos a la zona de los
guardaparques y conocimos a uno como la gente con quien tuvimos
largas charlas sobre Borges, mate de por medio. Guillermo, ese su
nombre, hacía poco que estaba aquí y venía de Tierra del Fuego
pero es marplatense de nacimiento.
Muchos
guanacos
Este
parque alberga lagos que poseen los peces autóctonos de la
Patagonia (la perca), también posee cóndores, choiques
(ñandúes), zorros, gran variedad de aves y pumas pero, sobre
todo, es la mayor reserva natural del país de guanacos. Hay
guanacos por todos lados, en particular en la zona del lago
Belgrano y, en especial, en la península Belgrano.
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Un
guanaco adulto y el "chulengo", tal como se conoce
a su cría. |
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El
lago Belgrano tiene una especie de gran isla que esta unida al
continente por un delgado itsmo.
Nosotros
a-campamos cerca de allí e hicimos una caminata por la península
teniendo siempre cerca nuestro guanacos que andan en manadas de 20
a 25 individuos y siempre tienen al "relincho" que
sería
como
su vigía. Este controla lo que pasa cerca de la manada y les da
aviso con una especie de relincho cuando hay que retirarse.
Tan
en "su territorio" estábamos que teníamos que
correrlos de un mallín para poder tomar agua nosotros. Era
increíble abrir la carpa a la mañana y tener al relincho a unos
40 mts. vigilándonos. Vuelvo a recordar que prácticamente nadie
va a acampar allí, en un ambiente donde no hay árboles, solo
pastizales y el que manda es el viento.
El
Puesto del 9
Luego
de 2 noches en la zona del lago Belgrano y el cerro Gorra del
Vasco (donde hay pinturas rupestres) de-sandamos los 10 km. que
nos separaban de los guardaparques y Guillermo (el buena onda) nos
permitió dormir en el taller.
Esa
fue una tarde divertida porque el gatito de la rubia amarga se
escapó y tuvimos que buscarlo hasta que lo sacamos del motor de
un camión (Gonzalo lo agarró de la cola), pero para el gato fue
mejor eso porque el otro que estaba buscándolo era un hermoso
zorro colorado que daba tantas vueltas alrededor del camión como
nosotros... pero con otros fines que no pudo concretar... su cena
ese día no fue gato.
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El
itsmo que une la península Belgrano (desde donde sacamos la
foto) al resto de la zona. Esta zona es "el
paraíso" para los guanacos. |
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Al
día siguiente -era el 23 de enero- caminamos hacia el oeste para
recorrer unos 20 km. y llegar al "Puesto del 9". Una
casucha de chapa y madera que era un antiguo puesto ovejero
ubicado en el lote 9 (de allí su nombre).
El
camino fue bastante duro porque teníamos el viento en contra y me
refiero a "viento en serio"... ese viento que sólo hay
en nuestra Patagonia... quien no lo ha experimentado es difícil
que pueda imaginarse a lo que me refiero... es un viento "con
todo"... que te tira al piso con los 20 kg. de mochila y todo
(lo via caer a Gonzalo 2 veces).
Pero
el esfuerzo valió la pena. Por primera vez, desde nuestra llegada
al parque, empezamos a ver verdaderos bosques, los típicos
cordilleranos (cuando estuvimos en el lago Burmeister sólo vimos
un pequeño bosquecito en su punta).
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"Los
expedicionarios" Mauricio y Gonzalo en una de las pocas
fotos juntos gracias al automático de la cámara. ¿Quién
iba a sacarles una foto si por allí no anda prácticamente
nadie?. |
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Restos
de una antiguo puesto ovejero, en plena cordillera, cerca de
Chile. |
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Ese
atardecer, de un día de sol, nos encontró poniendo leña a la
cocina económica (esas pesadas, de hierro) para calentar el
puesto y dormir bien calentitos tirados en nuestras bolsas en el
piso. Teníamos música gracias a unos parlantitos y nos hicimos
unos buenos fideos.
¿Cómo
explicar nuestra sensación al estar en un lugar fantástico, en
medio de tanta salvaje naturaleza, a kms. a la redonda de todo ser
humano y a casi 300 del pueblo más cercano?. Solo el viento
(¡cuándo no!) y la música perturbaban el inmenso silencio.
Al
sur se elevaba el cerro del Mie, a poca distancia, pero al norte,
lejos, al otro lado del lago y detrás de otras montañas, asomaba
imponente el San Lorenzo que, apenas una semana antes nos
derrotara en nuestro intento por ascenderlo. El desgraciado nos
regaló su cumbre durante tres días de buen tiempo para que la
veamos desde allí y cuando estuvimos en la montaña no nos
brindó más de mediodía bueno.
Pero
volviendo a nuestro refugio, la escena se completaba con una vista
del lago Belgrano donde dicen, que en la playa que más cerca
teníamos (a unos 4 km.), se encuentran fósiles marinos.
Según
el cuaderno del Puesto del 9, éramos las personas 9 y 10 en estar
allí desde hacía un año (sin contar a los guardaparques y
brigadistas). Eso es un buen dato de la poca gente que anda por
allí.
El
lago Azara
Luego
de la primera noche en el puesto (los amargos guardaparques solo
te dejan estar 2 noches... ¡es que va tanta gente!) nos dedicamos
a recorrer y nos dirigimos hacia el oeste para adentrarnos más en
la cordillera. Aquí ya comenzamos a cruzar fantásticos bosques
donde sólo faltaban los duendes (que seguro estaban),
lamentablemente también restos de viejos incendios y alguna
antigua cabaña destruída.
Alguna
vez leí que esta zona la habitaron los sobrinos del célebre
bandido de la Patagonia Ascensio Brunnel.
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Además
de hambre nuestro amigo zorro parecía tener sueño. |
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Llegamos
al lago Azara (lueo de caminar unos 12 km.) que resultó ser mucho
más hermoso e imponente de lo que había leído. Un enorme lago
color turquesa que, por lo sabido, se congela en invierno cuando
la temperatura alcanza, en esta zona, los -25° C.
Retornamos,
luego de embarrarnos en un mallín (zona pantanosa) enorme y al
día siguiente volvimos hasta la casa de los guardaparques pero
como nos volvimos a encontrar al amargo matrimonio tuvimos que
pedir permiso para acampar en la vecina estancia Belgrano donde el
Sr. Negro nos dejó, con gran hospitalidad, colocar la carpa en su
zona de corrales.
Ya
era 26 de enero y ese día recorrimos nuevamente la zona del
Burmeister y también "El Rincón" (hacia el norte) pero
esto ya lo hicimos con "el negro" que ya había venido
para buscarnos.
La
zona de "El Rincón" está al norte del Parque y, desde
allí, se puede llegar hasta el cerro San Lorenzo (que esta fuera
de los límites del parque).
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El
hermoso Lago Azara. Para llegar a él hay que caminar más
de 30 km. desde la casa de los guardaparques. En invierno se
congela. |
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Volviendo
Regresamos
el 27 desde el Parque hacia el pueblo Perito Moreno dejando atrás
las vivencias de un lugar único, fantástico, verdaderamente
inhóspito y de un clima muy rudo, muy duro.
En
el camino paramos en la ruta para juntar un poco de ceniza del
volcán Hudson que todavía anda dando vueltas por ahí.
Este
viaje me dejó la posibilidad de concretar un anhelo: conocer un
lugar que deseaba a través de mucha lectura sobre el mismo.
También
me permitió conocer, en Gonzalo, un excelente amigo de viajes ya
que es difícil convivir tantos días y nos llevamos muy bien.
Sólo
me faltó concretar algo que sigo esperando y en algún momento
pasará: encontrar un puma en su ambiente natural. Aca vimos sus
huellas, sus heces, los huesos de guanacos comidos pero... él no
apareció... ¡ya lo hará!.
Mauricio
Bernardo Bianchi
andinista@ciudad.com.ar
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